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Relación entre la comida y nuestras emociones

Comida y emociones¿Hablar o tragar?

Como afirma la psicóloga Isabel Menéndez en su libro Alimentación Emocional. “Las luchas internas son acalladas con frecuencia a base de llenarnos la boca con comida para no pronunciar palabras cuya carga emocional puede asustarnos, palabras que se refieren a cosas que no nos permitimos sentir. La boca que se cierra y se abre a la comida es la misma boca que quiere hablar. El orificio por el que penetra el alimento es el mismo por el que salen las palabras.”

Por eso nos resulta tan difícil cambiar nuestros hábitos alimentarios, o intentar conectar con nuestro yo interior e ir conociéndonos a nosotros mismos. Cuando hay bloqueos emocionales es más probable que dejemos de tener una relación sana con la comida.

Uno de cada dos españoles adultos presenta un peso superior al saludable. Lo que más preocupa es el incremento de que la obesidad infantil está ascendiendo, se sitúa ya en un 13´9%. Según datos del Estudio Nutricional de La Población Española (ENPE) publicado en la Revista Española de Cardiología, el 60% de la población tiene problemas de peso (39% sobrepeso, 21% obesidad).

El doctor Quintero (jefe del Servicio de Psiquiatría del hospital Infanta Leonor) junto a un grupo de profesionales de la Salud Mental, han investigado durante años los problemas psicológicos, emocionales y cognitivos de las personas con sobrepeso. De la investigación realizada hasta la fecha, han publicado desde el Departamento de Medicina y Psiquiatría de la Universidad de Zaragoza una Tesis Doctoral “La impulsividad como modulador de los diferentes fenotipos clínicos en el paciente obeso. Todo este trabajo se ha materializado en una gran herramienta la D.I.E.T.A. Esta consiste en un cuestionario mediante el cual se evalúan los aspectos emocionales del paciente, para establecer así su perfil emocional (podéis acceder al cuestionario a través de su web: http://www.somoscomocomemos.com

 

Se analizan cinco factores (te lo resumimos)

D (Desorganización: estilo de vida que te lleva a hábitos poco sanos)

I (Impulsividad: Impulsividad a la hora de comer, descontrol)

E (Emocional: ansiedad, depresión)

T (Experiencia Traumática)

A (Adicción a la comida)

 

Tras evaluar a más de 400 pacientes, el doctor ha apuntado que “El 80% de los pacientes con sobrepeso y obesidad tienen un trasfondo Emocional

Bajo nuestra visión, la infancia y la adolescencia, son cruciales para asentar creencias que nos harán mantener de adultos una sana relación con la comida.

Infancia

Nene con heladoCuando somos bebes a la vez que nos alimentan también nos están transmitiendo: amor ternura, tranquilidad… Desde muy temprana edad hay que intentar que comer para el niño sea un momento grato. Éstos pueden negarse a hacerlo cuando los padres ejercen una presión excesiva, dando lugar a problemas que pueden arrastrar durante toda su vida. En este caso dejar de comer representa una afirmación ante alguien que nos quiere imponer su poder. En cambio, comer de forma compulsiva o descontrolada denota un estado de ansiedad cuyo origen son los conflictos emocionales. La comida nunca debe usarse como un castigo o un premio.

Muchas dificultades con los alimentos están relacionadas con la manera en que los padres enseñan a comer a sus hijos. La responsabilidad de la paternidad pesa tanto, que los padres pueden no estar dispuestos a asumir la autonomía de los niños. Cuando estos comen, están satisfechos, si no lo hacen se enfadan o entristecen. Al final, el niño puede sentir que come para satisfacer a sus padres más que a sí mismo.

Adolescencia

Chico con comida en una balanzaLa necesidad de auto-afirmarse ante los padres en esta época de la vida puede provocar en algunos casos problemas con la alimentación. Al obstinarse en seguir hábitos diferentes están poniendo de manifiesto su independencia, por eso les gusta más la comida fuera de casa aunque no sea ni mejor ni más sana. Con ello, se identifican con sus amigos y es una forma de compensar la seguridad que pierden al distanciarse de la familia. En estos casos los padres deberían respetar estos procesos, a menos que deseen mantener a sus hijos anclados en la infancia. En todo caso y sin ánimo de imposición, se les puede ofrecer información sobre el riesgo de la “comida basura” y las ventajas de la alimentación sana.

En esta etapa la imagen es muy importante, ya que es cuando surgen más inseguridades. Es por ello una edad de riesgo en la que la incidencia de anorexia y es mayor.

Edad adulta

Adultos en un barLos problemas o trastornos emocionales con la alimentación en los adultos pueden tener sus raíces en la niñez o en la adolescencia, pero otras veces dicha causa está en el presente. Por ejemplo, cualquier persona con problemas digestivos puede pensar que algo no anda bien a nivel físico, cuando en realidad tiene algún problema emocional.

A veces las comidas familiares nos pueden resultar indigestas porque nos recuerdan a otras de nuestra infancia en las que sentimos ciertas emociones; aunque los comensales sean otros. En otros casos, a la persona le puede sentar mal todo lo que come solo en casa y no tiene ningún problema cuando lo hace con alguien. Aquí el factor determinante radicaría en la soledad y puede ser muy difícil de descubrir. Nuestras dificultades con la comida, pueden estar expresando emociones que no queremos reconocer en nosotros: abandono, culpa, rabia, miedo, falta de autoestima, celos, tristeza, etc. Los conflictos emocionales pueden trasladarse peligrosamente a la comida. Una carencia afectiva puede querer compensarse con un consumo excesivo de comida o puede ser el origen de un rechazo patológico a ciertos alimentos. Está creciendo la incidencia de la obesidad, la anorexia y la bulimia. Son trastornos muy graves y sería un error olvidar su componente emocional. Las emociones nos empujan a comer o a dejar de hacerlo.


RECONOCER las causas emocionales que nos llevan a comer en exceso, es el primer paso para dejar de hacerlo.

Entre ellas destacan:

MIEDO A CRECER: Los excesos en la comida pueden explicarse por el deseo de mantener el vínculo afectivo con la madre y la familia protectora.

AGRESIVIDAD: Devorar alimentos es una forma de comportamiento agresivo socialmente aceptada. Es una forma de “tragarse la rabia”, encauzamos esa agresividad hacia nosotros mismos en vez de dirigirla contra la otra persona.

DIFICULTADES AFECTIVAS: Cualquier estado de desbordamiento emocional o dificultad para realizar los deseos provoca una ansiedad que puede apaciguarse ingiriendo alimentos. Descubrir las emociones negativas que empujan a comer de manera compulsiva o desordenada puede ser la manera más eficaz de adquirir unos hábitos nutricionales sanos.

Cualquier emoción puede producir atracción o rechazo por los alimentos. Solo la observación de cuál es el sentimiento que prevalece al comer, permite dilucidar la causa de comportamientos negativos en nuestra alimentación. Lo deseable es que el acto de comer esté vinculado con emociones positivas. Cuando se abandona la obsesión por el aspecto o por las dietas milagrosas y se otorga prioridad al EQUILIBRIO EMOCIONAL, lo más probable es que el organismo se autorregule con éxito.

 

Artículo completo en metamorfosisemocional.com

 

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