Publicamos hace un tiempo, en la sección Sabías que, el sorprendente caso de Stefan Lanka y el sarampión, en el que el Bundesgerichtshof -el más alto tribunal alemán, equivalente a nuestro Tribunal Supremo- confirmó que: «Consecuentemente la apelación se admite y acepta porque la petición de que se probase la existencia del virus del sarampión mediante ‘una publicación científica’ no ha sido cumplida por el demandante». Es decir, que un tribunal de última instancia reconoció que no se ha probado que exista el virus del sarampión en las condiciones que exige el Instituto Robert Koch, la institución que legalmente se encarga en Alemania de avalar la documentación científica en la que se fundamentan las decisiones del Gobierno en materia de salud pública. De este modo se demostraba que "la ciencia", o más bien, las instituciones que dicen regirse por criterios científicos, realmente no lo hacen y que el principio de autoridad es el que impera cuando se "define" qué está "demostrado científicamente" o no. Y no cabe la argumentación de que el juez no tiene conocimientos para decidir: el juez sentencia sobre las pruebas aportadas por las partes, que incluyen a expertos sobre el tema a decidir, que son escuchados con imparcialidad y que declaran motivados a decir la verdad con claridad bajo pena de perjurio, que tiene consecuencias más graves para sus vidas que simplemente retractarse de una publicación en una revista importante.

Aunque, obrar de este modo para evidenciar que la ciencia oficial es corrupta parece no tener consecuencias, porque no ha habido cambio oficial alguno sobre el tema del sarampión y su vacuna. Y es que éste no es el primer caso en el que se prueba algo en tribunales que contradice a la "comunidad científica", ni el que más efectos revolucionarios provocaría. Hubo otro anteriormente en el que el acusado fue Ryke Geerd Hamer, en el que se demostró sin la menor duda que la Nueva Medicina Germánica tiene un índice de supervivencia de los pacientes de cáncer tratados con su enfoque incomparablemente superior a la medicina alopática.

Escuchemos a su abogado:

El Tribunal Superior de Justicia ha declarado [...] que el tratamiento del cáncer de la medicina convencional no puede considerarse científico. Es una enfermedad cuya causa desconocen, cuya evolución desconocen, que no comprenden, ni pueden, de una forma reproducible, mejorar su curso. [...] Así que, en cuanto a los éxitos de la medicina oficial, no hay ningún indicio de la eficacia del tratamiento convencional del cáncer, según el Tribunal Superior de Justicia (1979). Punto 1.

Punto 2. El catedrático Dr. Ulrich Abel, basándose en las estadísticas de la Universidad de Heidelberg, [`...] es el instituto líder en la investigación del cáncer en Alemania, llega a la conclusión de que en todos los tipos de cáncer, en TODOS,  el índice de mortalidad está en un 90%. Es decir, de 100 personas que reciben un tratamiento convencional de cáncer, pasados unos 5 años, más o menos, han muerto 90 de ellas.

El Dr. Hamer ha tratado a pacientes en Austria. Tuvo un centro en Burgau donde se encontraban los ficheros de los pacientes. todo esto ha sido confiscado para su investigación por las autoridades locales hace muy poco. Existen fichas de unos 6.000 o 7.000 pacientes. de un periodo de 7 a 8 años, 9 años hasta hoy. Las autoridades a cargo de la investigación han logrado localizarlos a todos. De unos 6.000 pacientes existentes en estas fichas los agentes de la policía han encontrado a unos 5.000 que aún están vivos. Así que se trata de un trabajo de inestimable valor el realizado por el Dr Hamer: después de muchos años el 70-80% de los pacientes que fueron tratados allí, están aún vivos. Estas cifras ha quedado claro que no las consigue la medicina convencional con su terapia del cáncer. 

Conclusión:

Abandonemos la religión de la ciencia y volvamos al método de obtención de conocimiento denominado "método científico".