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Los adolescentes con trastornos de conducta tienen cerebros alterados

Cerebro grisEsta investigación facilita las pruebas gráficas, imágenes de resonancia magnética, que soportan observaciones anteriores como las del "Estudio sobre las experiencias adversas en la infancia", que mostraban claramente una correlación negativa en el desarrollo cerebral, del sistema inmunitario, endocrino e incluso la replicación a nivel de ADN en las personas que habían sufrido situaciones traumáticas en la infancia. Y concluye que:

“Esto proporciona una evidencia muy convincente de que el trastorno de conducta es un trastorno psiquiátrico real y no, como algunos expertos sostienen, simplemente una forma exagerada de rebeldía adolescente"

El problema en este caso, no radica en el diagnóstico, que es claro: cambios en las estructuras neuronales; sino en la terapéutica que se empleará para sanar a estos niños y adolescentes. Si como hasta ahora se trabaja desde el dogma psiquiatrico del desequilibrio de neurotransmisores, esta investigación servirá para argumentar a favor de las drogas neurológicas, con todos sus efectos secundarios, cronificando el problema. Por el contrario, si se considera que el cerebro tiene capacidad de generar esas estructuras "ineficaces" y también de deshacerlas, el tratamiento se basará en liberar las cargas emocionales que mantienen activas dichas estructuras, con lo que el mismo cerebro las elimina y el comportamiento vuelve a la "normalidad".

Artículo original Univesidad de Cambridge 

Los cerebros de los adolescentes con graves problemas de comportamiento antisocial difieren significativamente en estructura de los de sus compañeros, lo que proporciona la evidencia más clara hasta la fecha de que su comportamiento se debe a los cambios en el desarrollo del cerebro en los primeros años de vida, según un nuevo estudio dirigido por la Universidad de Cambridge y la Universidad de Southampton, en colaboración con la Universidad de Roma “Tor Vergata” en Italia.

En un estudio publicado en Journal of Child Psychology and Psychiatry, los investigadores utilizaron imágenes de resonancia magnética (IRM) para observar la estructura cerebral de los adolescentes varones y adultos jóvenes que habían sido diagnosticados con trastorno de conducta -problemas de comportamiento persistentes incluyendo agresividad y comportamiento destructivo, mentir y robar, y para los niños de más edad, el uso de armas o quedarse fuera toda la noche.

En particular, los investigadores observaron el desarrollo coordinado de las diferentes regiones del cerebro mediante el estudio de las similitudes o diferencias en términos de espesor. Se esperaba que las regiones que se desarrollan a tasas similares muestren patrones similares de espesor cortical, por ejemplo.

“Ya existe evidencia de las diferencias en los cerebros de los individuos con problemas graves de conducta, pero esto es a menudo simplista y sólo se centra en regiones tales como la amígdala, que sabemos que es importante para el comportamiento emocional”, explica el Dr. Luca Passamonti del Departamento de Clínica neurociencias de la Universidad de Cambridge. “Pero el trastorno de conducta es un trastorno del comportamiento complejo, así también nosotros esperaríamos que los cambios sean de carácter más complejo y potencialmente para involucrar a otras regiones del cerebro.”

En un estudio financiado por el Wellcome Trust y el Medical Research Council, investigadores de la Universidad de Cambridge reunieron a 58 varones adolescentes y adultos jóvenes con trastornos de conducta y 25 controles en desarrollo típico, todos con edades comprendidas entre los 16 y los 21 años. Los investigadores dividieron a los individuos con trastorno de conducta en función de si muestran trastorno de conducta de inicio infantil o trastorno de conducta de inicio adolescente.

El equipo encontró que los jóvenes con trastorno de conducta de inicio infantil (a veces denominado "de principio temprano") mostraron un sorprendente y mayor número de correlaciones significativas en grosor entre las regiones con respecto a los controles. Ellos creen que esto puede reflejar alteraciones en el patrón normal de desarrollo cerebral en la infancia o la adolescencia.

Por otra parte, los jóvenes con trastorno de conducta de inicio adolescente ("de inicio tardío") muestran un menor número de tales correlaciones que los individuos sanos. Los investigadores creen que esto puede reflejar alteraciones específicas en el desarrollo del cerebro durante la adolescencia, por ejemplo la poda de las células nerviosas o las conexiones (sinapsis) entre ellos.

Como los resultados fueron particularmente sorprendentes, los investigadores trataron de replicar sus hallazgos en una muestra independiente de 37 individuos con trastorno de conducta y 32 controles sanos, todos varones y de edades comprendidas entre 13-18 años, reclutados en la Universidad de Southampton; fueron capaces de confirmar sus hallazgos, añadiendo robustez al estudio.

Trastorno de conductaLas diferencias que vemos entre los adolescentes sanos y aquellos con ambas formas de trastornos de la conducta muestran que la mayor parte del cerebro está afectada, pero en particular las regiones frontales y temporales del cerebro,” dice el Dr. Graeme Fairchild, quien es profesor asociado en el Departamento de Psicología de la Universidad de Southampton. “Esto proporciona una evidencia muy convincente de que el trastorno de conducta es un trastorno psiquiátrico real y no, como algunos expertos sostienen, simplemente una forma exagerada de rebeldía adolescente".

“Estos resultados también muestran que hay diferencias importantes en el cerebro entre aquellos que desarrollan problemas en la infancia temprana en comparación con aquellos que sólo muestran problemas de comportamiento en sus años de adolescencia. Ahora se necesita más investigación para investigar cómo utilizar estos resultados para ayudar a estos jóvenes clínicamente y examinar los factores que explican el modelo anormal de desarrollo del cerebro, tales como la exposición a la adversidad temprana“. 

“Nunca ha habido ninguna duda de que las condiciones tales como la enfermedad de Alzheimer son enfermedades del cerebro, porque las imágenes nos permite ver con claridad la forma en que se come en el cerebro”, añade el profesor Nicola Toschi, de la Universidad “Tor Vergata” de Roma, “pero hasta ahora no hemos sido capaces de ver las claras – y generalizadas – las diferencias estructurales en los cerebros de los jóvenes con trastorno de conducta “.

Aunque los resultados apuntan a la importancia del cerebro en la explicación del desarrollo de trastorno de la conducta, no está claro cómo surgen las diferencias estructurales y si, por ejemplo, es una mezcla de composición genética de un individuo y el entorno en que se desenvuelven causa los cambios. Sin embargo, los investigadores dicen que sus hallazgos podrían hacer posible la monitorización objetiva de la efectividad de las intervenciones.

“Ahora que tenemos una forma para obtener imágenes de todo el cerebro y proporcionar un 'mapa' de los trastornos de conducta, es posible que en el futuro se será capaz de ver si los cambios que hemos observado en este estudio son reversibles si se proporcionan primeras intervenciones o terapias psicológicas“, dice el profesor Ian Goodyer del Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Cambridge.

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